Tras la crisis de 2015-2016, el número de brasileños en situación de impago ha superado la marca sin precedentes de 60 millones, según los estudios realizados por la agencias de crédito. Una calificación crediticia negativa no es más que la manifestación de un síntoma: indica que la salud financiera de la persona a la que se ha denegado el crédito está comprometida. Como instrumento del mercado crediticio, ayuda, por un lado, a mitigar el riesgo de nuevas concesiones; por otro, evita el empeoramiento de la situación financiera de consumidores ya insolventes, impidiendo el sobreendeudamiento.
Datos de Banco Central han venido llamando la atención sobre el hecho de que, en estos momentos, los impagos bancarios se encuentran en niveles históricamente bajos. Sólo el 3,1% de todo el saldo de crédito destinado a personas jurídicas supera los 90 días de retraso.
Los datos más recientes del sector de las agencias de crédito corroboran los del Banco Central: en agosto de 2020, según los estudios del sector de las empresas de protección del crédito, el número de consumidores con una calificación crediticia negativa se redujo en 1,5% en comparación con el mismo mes del año anterior.
Resumiendo, atravesamos una crisis histórica con los impagos bajo control. Las medidas de renegociación de deudas, fomentadas al principio de la pandemia, el pago de ayudas de emergencia, así como las líneas de crédito/ayuda creadas por el gobierno, ayudan a explicar la contención de los atrasos. La gran pregunta es cómo será el "día después".
Una mirada al pasado puede arrojar algo de luz sobre el futuro. Pero ¿dónde se puede encontrar algo como con este atípico 2020? Un artículo de Prasanna Dhore, respetado ejecutivo del sector del análisis crediticio, establecía paralelismos con la situación de la pandemia en la experiencia de algunas catástrofes naturales.
Destaca un acontecimiento en particular. En 2017, tras el paso del huracán Harvey por el estado de Texas (Estados Unidos), la tasa de impago fue inferior a la prevista en el escenario base, lo que se explica por los préstamos liberados a raíz de la catástrofe. Y un año después del suceso, la tasa de impago alcanzó un nivel superior al previsto.
La pandemia ha durado mucho más que un huracán. Nos acercamos a la marca de un año desde que se conocieron las primeras noticias del virus, sin que aún esté claro cuándo volverá la vida a la normalidad y con qué rapidez se reanudará. Sabemos que el flujo económico se reanudará de diferentes maneras y a distintas velocidades según el sector. Además, el endeudamiento de los gobiernos podría limitar su capacidad de respuesta ante una posible segunda oleada, como ya está ocurriendo en algunas partes de Europa, abriendo espacio para que crezcan los impagos.
Ante este panorama, la posibilidad de un repunte de los impagos merece especial atención. En el informe "Perspectivas de la economía mundial", el Fondo Monetario Internacional advierte del creciente riesgo de quiebras entre las pequeñas y medianas empresas, un grupo que, además de contener los sectores más expuestos a las medidas de distanciamiento, tiene un acceso limitado al crédito. Según la organización, habrá que tomar medidas gubernamentales adicionales para preservar las empresas y los puestos de trabajo.
A este respecto, la nota publicada por Secretaría de Política EconómicaEn 2021, la empresa decidió reforzar el canal de crédito de forma sostenible. Con las cuentas públicas al límite, la idea es mejorar la eficiencia de las garantías y reducir las trabas burocráticas, y recurrir siempre al análisis del crédito para hacerlo sostenible.
La realidad económica del próximo año podría ser incluso mejor de lo esperado debido al gran número de propuestas de vacunas y algunas en fase final de aprobación. Esperemos que así sea.
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Por: Elias Sfeir Presidente de ANBC & Miembro del Consejo Climático de la Ciudad de São Paulo & Concejal Certificado