Sólo en Estados Unidos, el año pasado 14,4 millones de consumidores fueron víctimas de usurpación de identidad. Las operaciones fraudulentas causaron unas pérdidas de 14.700 millones de dólares. Afortunadamente, ambas cifras han ido descendiendo, aunque siguen siendo elevadas, como demuestra el estudio “El estudio sobre el fraude de identidad de 2019” (en traducción libre: "Estudio sobre el fraude de identidad 2019") realizado por la consultora Javelin Strategy & Research. En 2017, solo a título comparativo, el número de víctimas batió un récord al alcanzar los 16,7 millones.
El fraude de identidad se produce cuando un delincuente asume la identidad de otra persona para, por ejemplo, realizar transacciones financieras en su nombre. Utilizar una tarjeta de crédito para hacer compras por Internet es uno de los tipos más comunes. Pero hay otros tipos más graves, que suelen causar mayores daños, como cuando el delincuente toma el control total del teléfono móvil y la cuenta bancaria de la víctima. De 2017 a 2018, en el espacio de un año, el control de teléfonos móviles prácticamente se duplicó en Estados Unidos: de 380.000 víctimas a 679.000.
En el mundo moderno, el smartphone se ha convertido en un objeto indispensable y guarda todo tipo de información personal. Nuestros teléfonos móviles guardan diversos datos, como contraseñas, documentos y fotografías. En manos de un delincuente, el dispositivo puede crear un enorme quebradero de cabeza a la víctima.
En estos casos de pirateo de teléfonos móviles, el WiFi suele ser la puerta de entrada para el delincuente. Una red no segura, como la de un aeropuerto, puede permitir al delincuente hacerse con el control de un determinado teléfono móvil. Hay casos en los que el delincuente, haciéndose pasar por la víctima, empieza a comunicarse con el banco desde el teléfono móvil controlado. El objetivo es recuperar el dinero de la víctima disponible en la cuenta bancaria.
Aquí en Brasil, según una investigación del sector de agencias de crédito, casi 9 millones de personas fueron víctimas de fraude de identidad entre marzo de 2018 y marzo de 2019. Hay 4.700 intentos por día. La telefonía es el principal segmento de intentos de fraude. Los servicios en general ocupan el segundo lugar, y los bancos y financieras el tercero.
Estos fraudes, como he escrito antes, se producen en un contexto de fácil acceso a los datos personales, propio de la sociedad en la que vivimos. También se producen en un momento de expansión del comercio online, que representa una parte cada vez mayor de las compras de los consumidores, de aumento del uso de apps, de difusión de enlaces maliciosos a través del correo electrónico y las redes sociales y de proliferación de máquinas de pago conectadas a redes WiFi.
Estas máquinas también se han utilizado para clonar tarjetas de crédito, que es el tipo de fraude de identidad más común en Brasil. Le siguen, según el estudio del sector de la oficina, los fraudes relacionados con el envío de boletos falsos, la clonación de tarjetas de débito, la solicitud de préstamos y financiación y la apertura de una cuenta bancaria.
Entre los efectos perversos del fraude, además de la pérdida económica, está la inclusión del nombre del consumidor en el registro de morosos. Al no haber realizado la compra, el consumidor no reconoce el pago, lo que puede llevar su nombre a la lista negra. Hoy en día, las transacciones se realizan muy rápidamente y de forma automática, lo que favorece la actuación de los delincuentes.
Para evitar esta situación, las agencias de crédito se dedican a ofrecer servicios para identificar y combatir el fraude. La supervisión del CPF es un ejemplo. Se notifica a los consumidores por correo electrónico y/o SMS cualquier movimiento relacionado con su documento, como consultas para realizar compras a plazos, comprobaciones de nombres restringidos, inclusión de registros de impagos y cambios en los datos de registro. Es una forma eficaz de que los consumidores estén al tanto de los cambios en su CPF.
La inteligencia artificial ha ayudado en la labor de verificar transacciones atípicas con el perfil del consumidor. Con el mismo objetivo de prevenir el fraude, también se está utilizando la geolocalización en las transacciones físicas. Por último, evitar los falsos positivos ayuda a combatir el fraude, y el Registro Positivo, que, entre otras características, amplía el conocimiento del comportamiento del consumidor, potencia este análisis.
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Por: Elias Sfeir Presidente de ANBC & Miembro del Consejo Climático de la Ciudad de São Paulo & Concejal Certificado

