En el último artículo, En este número de la revista analizamos lo último en crédito y servicios financieros. Vimos que cada vez más consumidores tienen acceso a cuentas virtuales, pagos instantáneos, plataformas de inversión y otras innovaciones que les facilitan la vida, les abren las puertas del crédito y les permiten gestionar mejor sus presupuestos.
También existe otra realidad: la de los consumidores sin acceso a una cuenta bancaria, conocidos como no bancarizados. Los datos del Banco Mundial muestran que, en 2017, el porcentaje de adultos con acceso a una cuenta bancaria en el país era de 70%, frente a los 68,5% de la media mundial. En comparación con el resto del mundo, Brasil sale bien parado en el ranking, aunque tiene mucho margen de mejora. Entre los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico), la proporción era de 90%, una cifra envidiable.
En términos absolutos, con datos del Instituto Locomotiva, el número de personas no bancarizadas era de 45 millones en 2019. Según la encuesta, 59% de las no bancarizados eran mujeres, y 86% pertenecían a las clases C, D y E. La encuesta también reveló que 51% de los no bancarizados ya habían utilizado una tarjeta de crédito de terceros, lo que demuestra que existe demanda de estos servicios.
El año 2020, a pesar de todas las dificultades que ha traído, podría mejorar esta situación. Recientemente, la Caixa Econômica Federal anunció su intención de mantener las cuentas digitales que se crearon para recibir la Ayuda de emergencia. En total, se han abierto unos 40 millones de cuentas. El siguiente paso, según el banco, será crear líneas de microcrédito para atender a estas nuevas personas bancarizadas.
La debancarización conduce a otro gran problema: la informalidad. De hecho, son dos caras de la misma moneda. Sin nómina o comprobante de ingresos, aunque el consumidor haya superado la barrera bancaria, el acceso al crédito se vuelve más difícil. Un informe del Banco Central - “Estudios en Educación, Protección e Inclusión” - mostró que, entre los informales, el porcentaje de personas que nunca han tenido acceso a una cuenta bancaria es casi dos veces mayor que el porcentaje entre los formalizados.
Algunas cifras sobre la informalidad brasileña, según el IBGE (Instituto Brasileño de Geografía y Estadística): en junio de 2020, la encuesta de la PNAD registró un total de 28,9 millones de trabajadores informales, lo que representa 35% de la población activa. La cifra es inferior a la de meses anteriores, lo que refleja la caída general de la población activa, pero sigue siendo muy elevada. La cifra agregada del país oculta realidades regionales aún más difíciles. También según el IBGE, en once estados, el número de trabajadores informales representaba más de la mitad de la fuerza de trabajo en febrero de 2020.
Las empresas que optan por la informalidad también se topan con la barrera del crédito, que limita su capacidad de crecimiento y productividad. Sabemos, además, que incluso las pequeñas empresas formalizadas tienen dificultades para acceder al crédito. En el caso de las empresas, la informalidad suele verse como una vía de escape a un sistema fiscal complejo.
Para suplir la falta de información sobre la población no bancarizada, el Registro positivo será un instrumento importante para poder calibrar la solvencia de estos consumidores a través de otro tipo de cuentas, como las telefónicas y las de servicios básicos. Avances como éste, directamente relacionados con el mercado de crédito, deben continuar para lograr la inclusión financiera. También es importante avanzar en otros frentes, estimulando la recuperación del mercado laboral y de las actividades empresariales.
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Por: Elias Sfeir Presidente de ANBC & Miembro del Consejo Climático de la Ciudad de São Paulo & Concejal Certificado

