En la última cultura democrática humanista, la Ciudadanía podría resumirse en que si una persona respeta las leyes con el comportamiento adecuado, el Estado le proporciona seguridad y bienestar.
Cuando hablamos de bienestar, nos referimos al acceso a los recursos económicos que le servirán a una persona en la vida. En los últimos siglos, los recursos económicos se operacionalizaban a través del sistema financiero. Hoy en día, para tener una ciudadanía plena, es necesario tener una ciudadanía financiera, el pasaporte del bienestar.
¿Cómo obtener la ciudadanía financiera?
El primer paso para lograr este objetivo es la inclusión financiera. El gobierno debe actuar para incluir a los ciudadanos mediante el suministro de información al mercado. Al hacerlo, permite al sistema financiero disponer de medios para evaluar a los prestatarios y los productos y servicios que pueden ofrecerse.
En Datos positivos (Registro positivo) diseñado por el Banco Central y el Ministerio de Hacienda de Brasil es el mecanismo más democrático y eficiente para la inclusión financiera. El nuevo modelo que va a adoptar el Gobierno es el opt-out, es decir, todo el mundo entra en la base de Datos Positiva y puede optar por no participar. Para Richard Thaler, premio Nobel de Economía del año pasado, este modelo debe utilizarse siempre que las personas tengan que tomar decisiones difíciles y poco frecuentes, para las que no reciben una respuesta inmediata.
El segundo paso es la oferta de productos y servicios para abarcar a todas las clases sociales. Los bancos públicos participan en esta iniciativa ofreciendo diversos productos, principalmente cuentas de ahorro, seguridad social y crédito. También ofrecen seguros y bonos de capitalización. Con el fin de obtener la capilaridad necesaria para servir a la sociedad, el gobierno también puede animar a los actores financieros a poner a disposición estas ofertas.
El tercer paso es proporcionar Educación Financiera en la sociedad para que el ciudadano pueda elegir los mejores servicios y productos financieros disponibles, accediendo al bienestar a través de estos recursos económicos. El gobierno participa en esta fase ofreciendo educación financiera. Existen varias estrategias que permiten alcanzar este objetivo. Entre ellas, la incorporación de asignaturas dirigidas a la educación financiera, el cierre de acuerdos con entidades privadas para la educación de la población adulta, el incentivo a ONGs dedicadas a la orientación financiera, la utilización de organismos de protección al consumidor y la implicación de entidades OSCIP (Organización de la Sociedad Civil de Interés Público).
Dos iniciativas destacadas del gobierno brasileño son la Estrategia Nacional de Educación Financiera (ENEF), creada por decreto presidencial en diciembre de 2010, y el Comité Nacional de Educación Financiera (Conef), responsable de definir planes y programas, además de coordinar la ejecución de la ENEF. El Banco Central forma parte del Conef, así como otros 12 órganos representativos de la sociedad y del gobierno.
A través de la ENEF, la educación financiera comenzó a ser una política de Estado. Como toda política de Estado, tiene carácter permanente y contenido programático, es decir, diversas iniciativas planificadas que persiguen objetivos a corto, medio y largo plazo.
Las acciones de la ENEF son gratuitas y pueden ser ofrecidas por instituciones privadas o públicas. El interés público debe orientar todas y cada una de las actividades, que no pueden tener carácter comercial. El Programa de Educación Financiera en las Escuelas es una de las acciones que forman parte de la ENEF. Está coordinado por AEF-Brasil, uno de los socios de ANBC, y su objetivo es contribuir al desarrollo de una cultura de planificación, prevención, ahorro, inversión, consumo consciente y responsable. crédito.
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Por: Elias Sfeir Presidente de ANBC & Miembro del Consejo Climático de la Ciudad de São Paulo & Concejal Certificado

