Las pequeñas empresas y los microempresarios individuales (MEI) constituyen la gran mayoría de las empresas del país. Según el Ministerio de Emprendimiento, Microempresa y Pequeña Empresa, En el cuarto trimestre de 2025, 93% del total de empresas activas pertenecían a estas categorías. El documento también revela que la categoría MEI ha sido la principal puerta de entrada para quienes deciden emprender negocios formales en el país. Aunque de menor tamaño, estos empresarios también necesitan recursos para mantener o incluso ampliar sus negocios. Para ello, el sistema financiero ha ido mejorando lo que se conoce como microcrédito.
La primera experiencia internacional conocida de microcrédito se remonta a los años setenta en Bangladesh. El modelo se atribuye al economista Muhammad Yunus, que creó una modalidad de préstamo USS$ 27 para que las mujeres de bajos ingresos financiaran sus pequeños negocios, dando lugar al Banco Grammen. Desde entonces, el modelo se ha extendido por todo el mundo, impulsado por organizaciones de la sociedad civil y, más recientemente, por los gobiernos.
En Brasil, el microcrédito es definido por el Banco Central de Brasil como operaciones de crédito destinadas a financiar la actividad productiva de personas físicas y jurídicas con ingresos brutos anuales de hasta R$ 360 mil. La institucionalización de esta modalidad comenzó a principios de la década de 2000, con la creación del Programa Nacional de Microcrédito Productivo Orientado (PNMPO) como hito en este proceso. Posteriormente, el estímulo al microcrédito se incluyó como uno de los objetivos de la entonces denominada Agenda BC#.
El microcrédito productivo orientado es un tipo específico de microcrédito. Las reglas que distinguen estas operaciones son: un límite de tipo de interés efectivo de 4% al mes y un plazo mínimo de 120 días para la operación. Además, el saldo vivo de esta modalidad está limitado a R$ 21.000 por contratista en la misma institución y R$ 80.000 en el conjunto del sistema financiero. Estos límites tienen por objeto evitar el sobreendeudamiento.
Además, el microcrédito productivo focalizado establece la utilización de una metodología específica de concesión y control, tal y como se detalla en el Resolución CMN nº 4.854. La metodología específica incluye orientaciones sobre la planificación empresarial y el seguimiento de las operaciones, la evaluación de riesgos y los mecanismos de control de las operaciones realizadas.
Los datos del Banco Central muestran que la cartera de microcréditos productivos orientados del país alcanzó los 9.530 millones de R$ en junio de 2025, con un crecimiento de 25% en comparación con junio de 2024. A pesar del importante crecimiento reciente, los datos muestran una caída significativa entre mediados de 2022 y mediados de 2024, tras un periodo de fuerte crecimiento.
A escala mundial, el sector de la microfinanciación alcanzará un tamaño de mercado total estimado de 195.300 millones de dólares en cartera bruta de préstamos en 2023, según la Barómetro Atlas del impacto financiero. Las instituciones financieras que operan con microcréditos registraron que alrededor de 142 millones de prestatarios utilizaron esta modalidad en el periodo, con predominio del sur y el sudeste asiático, seguidos de América Latina y el Caribe.
Hay buenas razones para imaginar un impacto positivo del microcrédito en las variables socioeconómicas. Sin embargo, siempre es importante someter las políticas públicas a una evaluación de impacto para ver qué dicen los datos. A “Texto para el debate” publicado por el IPEA en junio de 2025 pretende analizar el impacto del programa “Agroamigo” en los indicadores socioeconómicos de la región del Nordeste.. Agroamigo“ es un programa del Banco do Nordeste creado en 2005 que ofrece crédito y orientación para la agricultura familiar.
El análisis econométrico del IPEA muestra que el programa tuvo un impacto positivo en el PIB per cápita, la actividad agrícola y el empleo formal en los municipios de la región. El estudio indica que un crecimiento de 1% en el monto de crédito está asociado a un crecimiento de entre 0,15% y 0,29% en el PIB per cápita. En la actividad agrícola municipal, el impacto se estimó entre 0,14% y 0,24% cuando el crédito crecía en 1%. Analizando la heterogeneidad de los efectos del crédito entre municipios, los datos también sugieren que los impactos tienden a ser mayores en las ciudades más pobres.
En el mercado brasileño, el sistema de microcrédito está ganando un importante aliado con la mayor visibilidad que proporcionan los últimos avances en sistemas de información crediticia. Incluso si el público objetivo tiene poco historial de relaciones, se pueden utilizar datos de otros sectores y asociaciones con el Banco Central para mapear el riesgo, lo que permite democratizar el acceso al crédito y allanar el camino para que las pequeñas empresas crezcan.
ANBC reconoce la importancia socioeconómica del microcrédito y mantiene su compromiso de colaborar con la dinámica de expansión del microcrédito de forma sostenible.
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