La descalificación es un importante mecanismo de señalización en el mercado crediticio porque reduce el riesgo de crédito y el riesgo de sobreendeudamiento. En algunos casos, una calificación crediticia negativa puede ser sólo el resultado de un problema puntual, por ejemplo debido a un acontecimiento imprevisto. En la mayoría de los casos, sin embargo, una calificación crediticia negativa indica un problema más profundo de desequilibrio financiero. Esto es lo que sugieren las cifras de impagos reiterados.
Según datos del sector de las agencias de crédito, 83% de los consumidores a los que se denegó un crédito en mayo de 2025 eran reincidentes. Según la metodología de este indicador, los reincidentes son aquellos consumidores a los que se les ha denegado el crédito y tenían un historial negativo en algún momento de los 12 meses anteriores. El desglose de los datos también revela que 63% ya eran negativos y tenían una nueva calificación negativa, mientras que 20% recuperaron su crédito en los 12 meses anteriores y volvieron a la lista negativa.
Cuando el impago es el resultado de un desequilibrio financiero más grave, la recuperación total del crédito sólo se produce cuando el consumidor renegocia sus deudas y vuelve a equilibrar su presupuesto. En primer lugar, esto requiere un diagnóstico claro de los factores que condujeron al desequilibrio. Estos factores pueden incluir sesgos de comportamiento que conducen al gasto impulsivo y al uso indebido de métodos de crédito como tarjetas y descubiertos. Una vez hecho el diagnóstico, hay que establecer prioridades para ajustar el presupuesto y hacer posible el cumplimiento de las obligaciones, incluidas las cuotas de renegociación.
Los datos de reincidencia son importantes para formular políticas y acciones que busquen promover la recuperación del crédito, sugiriendo que estas medidas pueden ser más efectivas cuando se asocian con formación en educación financiera, capacitando a los consumidores para tener una relación más sana con el dinero.
En los últimos años, hemos experimentado un largo ciclo de crecimiento del crédito, especialmente en el segmento de particulares. Este ciclo sigue en curso y refleja el proceso virtuoso de inclusión financiera. Según datos del Banco Central, la ratio crédito/PIB pasó de 48,5% en mayo de 2020 a 54,6% en mayo de 2025. Las proyecciones más recientes del Informe de Política Monetaria indican que el crédito a las familias seguirá creciendo en 2025, con un avance estimado del 9,3%. Sin embargo, en los últimos meses ha llamado la atención la evolución del endeudamiento y el impago.
El sector de las agencias de crédito estima que alrededor del 47,31% de la población adulta es morosa. En mayo de 2024, este porcentaje se estimaba en 44,9%, lo que muestra un aumento significativo de la morosidad en los últimos meses. Los datos del Banco Central muestran que el endeudamiento de los hogares ha vuelto a aumentar, alcanzando los 48,9%.
Aquí es donde entra en juego la recuperación de créditos. Además de la información crediticia, el sector de las agencias de crédito actúa en la recuperación de créditos, promoviendo el encuentro entre acreedores y deudores, ya sea a través de las conocidas “sesiones de limpieza de nombres” o de plataformas de renegociación de deudas. La consulta en línea de la puntuación de crédito, disponible desde antes de la pandemia, también facilita la evaluación diagnóstica de la situación financiera y la búsqueda de renegociación de los atrasos.
Al igual que las herramientas de análisis crediticio, las soluciones de recuperación de deudas también han absorbido los cambios normativos, como la Ley de Sobreendeudamiento, y las transformaciones tecnológicas. La aplicación de la inteligencia de datos permite, por ejemplo, identificar dónde puede tener más éxito el enfoque de recuperación de créditos, haciendo más eficiente la gestión de la morosidad, así como dirigir los esfuerzos hacia la prevención de impagos.
La recuperación del crédito repercute en el coste del propio crédito. Cuanto más eficaz sea este proceso, más bajo tenderá a ser el coste de los préstamos y la financiación. Los avances tecnológicos pueden influir en la tasa de recuperación. Sin embargo, la recuperación total depende del grado de concienciación sobre el uso del crédito. En resumen, el avance del crédito de forma sostenible requiere, además de transformaciones tecnológicas y regulatorias, un trabajo de educación financiera, para que los consumidores puedan establecer una relación sana con el dinero, haciendo un uso consciente de los instrumentos financieros, cada vez más accesibles, generando bienestar social.
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